Introducción
Aunque mi edad comienza a ser un factor que influye en mi forma de usar el internet y las redes sociales, aún me jacto de ser un adulto más o menos conectado con las tendencias en internet hasta el momento. Si no en su contenido completo (lo admito, he tenido que googlear varios memes para tener contexto del chiste que propagan) al menos sí en su existencia y puedo decir que las he usado al menos superficialmente todas.
Un factor que desde hace años me ha fascinado de las redes sociales es la asimilación de las mismas por los adultos menos duchos en los temas sociales y tecnológicos. Y es que, algo que siempre ha sido cierto es que los primeros en abrazar, probar, moldear e incluso intentar reventar las redes sociales han sido y serán los jóvenes, que abrazan lo nuevo siempre con optimismo y jovialidad (aunque a veces también con descuido y demasiada inocencia).
Lo que me parece más interesante de la llegada de los adultos a las redes sociales, es la "vilificación" que viene con los mismos y cómo ellos se convierten en el cáncer que termina consumiendo las redes hasta robarles la vida y sólo dejar un cascarón desprovisto de innovación o interés.
Desde la señora que intenta propagar los evangelios en cada post que se cruza, pasando por el señor que vive preocupadísimo por la falta de buenos valores y moral en la juventud mientras él mismo se la pasa acosando quinceañeras en Facebook, pasando por las señoras "trendy" como Maribel Guardia o Thalia hasta los "Chavorrucos" de 40 años que intentan durísimo seguir perteneciendo a los grupos sociales de gente dos generaciones más jóvenes que ellos, todos tienen una queja y un temor común cuando abordan cualquier red social: Los "trolls", ahora mal llamados "bots", porque obviamente alguien usó esa palabra en la Tele y lo que diga el bigotón ultra-conservador del noticiero de las 8 o la presentadora de televisión que vive de enseñar las piernas a nivel nacional mientras finge que no le incomodan los chistes de mal gusto de sus compañeros, es ley y canon.
Lo curioso con este, particularmente abyecto y risible, temor es que los propios adultos forman el grueso de las filas de estos ejércitos que ellos mismos temen encontrar. Ellos son los intolerantes agresivos que se la pasan dando a los jóvenes consejos de sexualidad tan malos que parece que estos adultos aún no saben cómo funcionan algunas partes de sus genitales y se han reproducido sólo por una combinación milagrosa de azar y lástima, o consejos de moralidad basados en prejuicios arcaicos que hoy en día sólo creen los estúpidos y malvados.
Etapas de vida de las redes sociales
Cuando los jóvenes adoptan una nueva red social, usualmente la plataforma (a veces por precariedad, a veces por falta de planeación, a veces porque es el propio modelo) se presenta en un estado "salvaje" y con muy pocas limitaciones, donde los jóvenes coexisten entre ellos. Presumen sus vidas porque se sienten orgullosos de ellas, presumen sus relaciones y sus conquistas amorosas, sus pasatiempos y los productos de los mismos que les dan identidad, hablan de sus identidades y de sus ideales, y a la vez aprovechan para quejarse amargamente de lo ridículo que es el mundo adulto contrastado con esta libertad que ellos le roban por instantes al mundo gris y vulgar que nosotros les imponemos. Esto es lo que denomino como la etapa "temprana" de las redes sociales.
La etapa de "comercialización" de las redes viene cuando las grandes marcas se dan cuenta del potencial de mercado de una red social y comienzan a introducir sus tentáculos en el desarrollo de las mismas, llenando los espacios con publicidad estéril e insolicitada que, aunque entorpece levemente la comunicación en las redes, no afecta mayormente las interacciones. En esta etapa los jóvenes se convierten en un público potencial para diferentes productos que son tanto costosos como innecesarios pero, al menos, las marcas intentan no perturbar las aguas de este mar de potenciales compradores pues saben que la mejor estrategia comercial es, siempre, hacerle creer al público que eres uno de ellos y que velas por sus intereses. De aquí se desprende una serie de campañas "chavorrucosas" que demuestran claramente que fueron diseñadas por hombres solteros de 50 años que intentan presentar lo más cercano a un adolescente que se pueden imaginar, usando como modelo base lo que recuerdan de aquella vez que vieron medio episodio de "RBD".
La etapa que (creo) es la última en la vida de una red social es la etapa de "señorificación". Esta etapa es la más triste de las redes y muchas no la han sobrevivido. Durante esta etapa se produce una migración masiva de adultos hacia las redes sociales, producto tanto de la amplia difusión de las mismas durante la etapa de comercialización como de la inocencia de muchos jóvenes que traen a sus familiares cercanos a las redes para intentar modernizarlos y compartirles un punto de vista hacia una realidad distinta. Obviamente esto es un error catastrófico, porque los adultos ya somos cascarones sin alma ni deseos de aprender cosas nuevas ni formarnos nuevos puntos de vista. Cuando abordamos una red social no queremos asimilar las nuevas formas de interacción ni los protocolos de discusión o de uso en general. La gente adulta termina exigiendo que las redes se comporten de una forma que acomode sus vicios, sus prejuicios, sus temores y sus deseos ocultos.
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