El texto que a continuación les presento, no es producto de mi fuente creativa, sino un breve extracto de un original más amplio y sublime, que no retrataré aquí en su perfecta totalidad, para preservar algo del derecho de su autor original a su propiedad íntegra.
Este escrito me ha sido regalado por el amigo que me ha acompañado en los más tortuosos días y en las más penosas faenas, al alba de acontecimientos que no es propio tratar aquí.
En pocas palabras se define a la perfección un lado de mí, que siempre he tratado de ocultar y que me ha atormentado hace ya mucho tiempo.
Aquellos con la sensibilidad suficiente podrán comprender lo que digo y seguramente también conocerán la profundidad de mis penas.
GRACIAS, ADRIEL
Amor de Noche
El amor es sin duda el sentimiento mas exaltado y sublime que el hombre haya nombrado. Colérico y salvaje; extrae del arcano nuestra dual naturaleza. La más abyecta animalidad , y la más íntima espiritualidad. Mente y cuerpo; duales opuestos inseparables. Definición de una misma cosa: el hombre. Eso tan sólo es un preludio al tema que de verdad me ocupa: "El amor de noche".
Los poetas se han permitido, en metáfora, relacionar al amor con los instantes del día. Así, un amor pleno, feliz, correspondido, es un mediodía. Mientras que una mor enfermizo , viejo, o de despedida, es un atardecer. La mañana es frugal niñería. Son los amores de juventud, de cafés y plazas ¡De verla el domingo pasar con su madre! De miradas esquivas y suplicantes. El amor de mañana no tiene consecuencias. No tiene la profunda madurez de la tarde, ni su pasión desbordada e hiriente.
¿Pero qué hay de la noche? Ésta se encuentra reservada para los amantes, los despechados y los anhelantes. La noche encubre, custodia con celo una verdad que no puede ser mostrada al día. El amor de noche es adúltero, depravado, prohibido. En esta forma de amor, el alma y el cuerpo se vuelven perennes enemigos, ¡antípodas!, enemistados por el amor-deseo. El cuerpo arrebata al alma su sosiego, la intranquiliza, la lastima con el deseo del amor... ¡Tanto si se ha consumado como si no! En el amor de noche, nunca hay paz, sino guerra moral. Devastación total, ya sea de la intranquilidad cuando triunfa el deseo. Ya sea de la infelicidad cuando prevalece la conciencia.
... hay muchos espíritus atormentados por el amor de noche. Mas sólo es uno el que me hace falta nombrar aquí. Él es representante de muchas almas que penan como él. Sufren el prohibido anhelo de la in núbil compañía. Amor acaso criminal, ¡pero no depravado! ¿Cómo puede acusarse de maldad a quien ama a la primera de las criaturas? Pero la pureza de su inclinación no lo absuelve. Lo abraza en el fuego ardiente de una moral pétrea a indolente. Lo condena al cadalso del destierro. Cárcel de barrotes más firmes y yertas que las del gélido y amenazante calabozo...
Este escrito me ha sido regalado por el amigo que me ha acompañado en los más tortuosos días y en las más penosas faenas, al alba de acontecimientos que no es propio tratar aquí.
En pocas palabras se define a la perfección un lado de mí, que siempre he tratado de ocultar y que me ha atormentado hace ya mucho tiempo.
Aquellos con la sensibilidad suficiente podrán comprender lo que digo y seguramente también conocerán la profundidad de mis penas.
GRACIAS, ADRIEL
Amor de Noche
El amor es sin duda el sentimiento mas exaltado y sublime que el hombre haya nombrado. Colérico y salvaje; extrae del arcano nuestra dual naturaleza. La más abyecta animalidad , y la más íntima espiritualidad. Mente y cuerpo; duales opuestos inseparables. Definición de una misma cosa: el hombre. Eso tan sólo es un preludio al tema que de verdad me ocupa: "El amor de noche".
Los poetas se han permitido, en metáfora, relacionar al amor con los instantes del día. Así, un amor pleno, feliz, correspondido, es un mediodía. Mientras que una mor enfermizo , viejo, o de despedida, es un atardecer. La mañana es frugal niñería. Son los amores de juventud, de cafés y plazas ¡De verla el domingo pasar con su madre! De miradas esquivas y suplicantes. El amor de mañana no tiene consecuencias. No tiene la profunda madurez de la tarde, ni su pasión desbordada e hiriente.
¿Pero qué hay de la noche? Ésta se encuentra reservada para los amantes, los despechados y los anhelantes. La noche encubre, custodia con celo una verdad que no puede ser mostrada al día. El amor de noche es adúltero, depravado, prohibido. En esta forma de amor, el alma y el cuerpo se vuelven perennes enemigos, ¡antípodas!, enemistados por el amor-deseo. El cuerpo arrebata al alma su sosiego, la intranquiliza, la lastima con el deseo del amor... ¡Tanto si se ha consumado como si no! En el amor de noche, nunca hay paz, sino guerra moral. Devastación total, ya sea de la intranquilidad cuando triunfa el deseo. Ya sea de la infelicidad cuando prevalece la conciencia.
... hay muchos espíritus atormentados por el amor de noche. Mas sólo es uno el que me hace falta nombrar aquí. Él es representante de muchas almas que penan como él. Sufren el prohibido anhelo de la in núbil compañía. Amor acaso criminal, ¡pero no depravado! ¿Cómo puede acusarse de maldad a quien ama a la primera de las criaturas? Pero la pureza de su inclinación no lo absuelve. Lo abraza en el fuego ardiente de una moral pétrea a indolente. Lo condena al cadalso del destierro. Cárcel de barrotes más firmes y yertas que las del gélido y amenazante calabozo...
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